domingo, octubre 19, 2008

Capitulo 2

Un camino bizarro, una atmósfera nauseabunda, la pesada ausencia de color, humanos sin rostro, estoy siendo devorado por lo monotonía, no se hacia donde me dirijo, no quiero ir hacia ningún lado, solo hago esto por no tener algo mejor que hacer, por lo único que sigo aquí es por la extraña manera en que trabaja mi mente, aunque por lo visto hoy me abandono la imaginación, tal vez mi espíritu se dio cuenta de lo que se sucedería y me obligo a atender a lo real. Al momento de que todo esto sucedía mi pensamiento opto por repasar mi repertorio de opciones suicidas, prefiero la muerte al aburrimiento; seria una interesante carta “Fue divertido mientras duro, con excepción al final, era obvio que tuviera un motivo” mientras la sangre tiñe el papel de la carta y el olor a hierro es lo único que queda, esperare un instante antes de ponerlo en practica, de esa manera sobreviví y decidí ir a la plaza de la ciudad tal vez las figuras formadas por las hojas de los árboles o los reflejos del agua de la pila en sus troncos reactiven mis matutinos sueños.

Bueno ya estoy aquí, pero no es tan excitante como pensaba o recordaba, es mas siempre me pareció una estupida y aburrida plaza, en mi pensamiento siempre lo hago mejor de lo que en realidad es. Sin embargo decido sentarme y dejar que mi muerte se acerque perdiendo los instantes en una estupida plaza, tal vez el tabaco le de actitud a estos momentos, tomo un cigarro de mi cajetilla y poco tiempo después comienza a perecer a mi lado, sin embargo le dejo media vida por que recordé que me repugna fumar solo, mi mirada se pierde entre los árboles, y alcanzo a distinguir un leve signo de vida, el mas hermoso par de ojos cafés que jamás había visto en mi vida, un castaño cabello que cubre un deseado cuello, unos labios de clavel llamándome a derretirme en ellos, una piel exquisita que si no me fascinara por su vida la comería, una cadera para la que fueron creadas mis manos, pechos pequeños y calidos y una hermosa sonrisa que esta dirigida a mi.

Espera un momento, en mi fantasía nunca paso eso, ¿o en realidad sucedió?, cuando su vista se dirigió a mi, y me engancho su sonrisa, me di cuenta de que todo comenzó a vivir repentinamente, ¿acaso la realidad es esto?, ¿desde cuando el cielo es tan azul y como es que me encuentro en el?, ¿en donde empieza y en donde termina?, por lo visto comienza cuando ella camina justo hacia mí, mis manos se acalambran, mi pecho explota, tengo ganas de vomitar, no puedo evitar temblar, ¿acaso esto es real?, ¿esto no le pasa a la gente común?.

Ella.- Hola, disculpa, ¿tienes fuego? –Pregunto mientras me mostraba su cigarro-.

Dorian.- Si, claro –respondí mientras buscaba frenéticamente el encendedor, cuando por fin logre encontrarlo encendí su cigarrillo-.

Ella.- Gracias, por cierto, te importa si te acompaño un momento, hay una persona que le gusta hacerme esperar – comento con una extraña amabilidad-.

Dorian.- ¿Por qué no? Supongo que en los espacios públicos puedes acompañar a cualquiera sin preguntar – obvio nunca le diría que no-.

Ella.- Bueno, ya que insistes – mientras soltaba una leve y traviesa risa-.

Cuando se sentó a mi lado, me percate de que mis rodillas no dejaban de temblar, y utilice mi vieja táctica de hacer estirones, cuando termine mi improvisada actuación me ofreció un cigarrillo mientras me perdí en su mirada, cuando regrese en mi la esquive por completo ruborizado, por lo cual obtuve otra de sus agradables risas, es como tocar una nube con la yema de los dedos, mis movimientos denotaban cada vez mas mi nerviosismo y me invadió el miedo de que me viera como todo un hombre descubriendo su pubertad y la alejara, así que decidí tomar la riendas del asunto y en un tartamudeo pregunte su nombre, sonaba a un nombre común y además innecesariamente largo pero a partir de ese día quedaría marcado con sus siglas, mientras la conversación seguía, me fue intrigando cada vez mas su personalidad, era una persona alegre y amable y con una extraña franqueza pocas veces vista, reía cada vez que yo terminaba una frase ( se que soy involuntariamente gracioso, pero esto era una exageración, una muy conveniente exageración), hablábamos de todo un poco pero lo que se hacia mas obvio a cada instante era que ella nunca hablaba de si misma, al tiempo que pregunta yo la respondía con una suposición mientras ella asentaba con la cabeza o con una sonrisa o hablando sarcásticamente para negarla, era demasiado extraño pero salí repentinamente de mi esfera, cuando llego la persona a quien ella esperaba, para mi desgracia era otro hombre, fornido, rubio, de ojos verdes, y con un asqueroso sentido del humor que para mi mala suerte ya lo había experimentado de primera mano anterior mente.

Leo.- ¿Cómo estas dorian?, hace tiempo que no te veía.

Dorian.- Bien, y suele suceder eso, es una ciudad grande –respondía mientras soportaba mis ganas de vomitar-.

Ella.- Me ahorre la molestia de presentarte a mi novio, quien hubiera dicho que ya se conocían – intervino, mientras mi alma trataba de dejar mi cuerpo-.

Leo.- Bueno, nos vemos – dijo, mientras la tomaba de la cintura y besaba para después alejarse-.

No respondí en absoluto, mí mirada solo reflejaba estupefacción y una profunda sensación de estupidez, mientras caía en un abismo lleno de objetos punzo cortantes que hubieran acabado con mi ridícula existencia después de haber pasado por este momento (bueno en realidad nunca sucedió el abismo pero era preferible a lo que había pasado). Mientras se alejaban más y más, mi depresión me devoraba, ya en la distancia ella volteo y con una sonrisa, mientras se despedía con su mano, me dio el golpe de gracia para estar ahora al borde de una crisis emocional.

No me gusto esta despedida, aunque agradezco el haberla encontrado.