lunes, diciembre 14, 2009

La verdad después de todo no es un ancla.

Hace mucho tiempo un adolescente decidió aniquilar su propia naturaleza y ¿todo esto para qué? Muy simple, para ser amado.
El miedo le causaba desesperación y aburrimiento, su corazón simplemente quería salir de esa burda prisión, abandono una vida que emulaba a la de una bestia; una que había sido domesticada y abandonada.
Lo que nació de eso no fue más que un quimérico engendro, aun más volátil que su original, dependía de su soledad así como del amor.
De esto no salió nada bueno, al final nunca pudo estar satisfecho, algunos días se despertaba añorando al amor, otros solo se cobijaba a la luz de una vieja lámpara acompañado de un libro, pobre miserable. Pero de no haber pasado todo aquello que definió su ambigua naturaleza, tal vez ya no estaría vivo.
Su vacio lo mueve, lo alienta, lo fuerza, no es posible detenerse, cuando se encuentra tan hambriento.
Y con respecto a su nueva vida, parece que siempre se resuelve por una epifanía, que sirve tanto, como un instante.
Pd. Gracias por los comentarios, creo que un consejo lo necesita cualquiera, si no seriamos como dioses o bestia, (no quiero psiquiatras por lo general no los entiendo y solo termino drogado con algún fármaco controlado [pero claro que algunos los ayuda mas que otros, yo prefiero a personas comunes y corrientes para esto], así es la sinceridad es todo, y creo que tal vez necesite conocer mas gente, solo tengo que olvidar de que e conocido muchas mujeres estúpidas) de muchas maneras no es tolerable la soledad y más cuando se necesita de alguien más.