sábado, mayo 16, 2009

Cap 4. Cocina etherea

Ella.- Parece que la vida te trata mejor, has recuperado tu sonrisa –saludo de repente, dando ocasión para la obviedad-.

Dorian.- Así es, y no precisamente gracias a ti, amor –entrecortando una sonrisa por demás decir psicópata-.

Ella.- Ho entonces hay una afortunada, o afortunado –respondió mientras dejaba escapar uno de sus apreciados balbuceos a los que llamo risa-.

Dorian.- Descubrí que si no hay algo que me haga sentir bien, nunca lo perderé y por lo tanto nunca me sentiré mal, –lógica básica, creó- es decir que no hay nadie en mi vida, aunque es un poco aburrido y monótono, pero más seguro, además no voy a conseguir a alguien solo por desaparecer mi aburrimiento.

Ella.- ¿Acaso eso sonó a madurez?, cada día me sorprendes más, a la vez que me acabas de decepcionar, –odio cuando hace eso- el temor no es un buen compañero se hará cada vez más difícil cargar con él ya que es de los pocos sentimientos que se alimentan de si mismos.

Dorian.- Lo sé, aunque por lo general soy el arquetipo de idiota, soy una persona que pasa su vida razonando y analizando.

Ella.- Creo que también esa es una de tus fallas, vives demasiado como espectador, no seria mas interesante ser la fuente de todo lo que te afecta y no esperar a los demás.

Dorian.- Si, pero no se puede vivir sin consecuencias, –respondí ya harto de la conversación, ¿hace cuanto que no te veo?, y saludas con un sermón que me lo se letra por letra- todos ellos pierden algo a cambio, hasta ahora el que sea espectador a hecho mi vida más pasiva, pero mas cómoda, todo lo tomo por osmosis, así como una esponja –presintiendo de que esto la acabaría, al fin había ganado una discusión-.

Ella.- Bueno, tienes toda la razón, sin embargo la vida tiene un limite, aprovéchala un poco antes de que llegue, pierde el pudor y el miedo, arremete contra todo lo que te lastime, y obtén todo lo que te cause placer, veras que cuando llegue el momento no habrá quien te juzgue después de muerto.

Pablóv estaría feliz al ver que una mujer cada vez que es vista deja boquiabierto a este hombre, mas ella siempre a sido buena con las palabras pero no es la persona más profunda del mundo, en cambio si una gran controladora, tal vez me esta proponiendo muy a su estilo que aproveche este día que la volví ver, ¿pero será solo un paseo?, lo dudo un poco, pero sin embargo nunca eh podido resistirme a esos ojos.

Dorian.- Esta bien, ¿te gustaría ir a comer?

Ella.- ¿A dónde? –Echándome en cara su desconfianza-.

Dorian.- A un restaurante, o a mi casa tal vez.

Ella.- Optaría por el restaurante, ya que de todas formas tu comida no es muy de mi agrado, pero me gusta tu casa –la sonrisa que se formo en esos labios fue la más descarada nunca antes vista-, y además por algo vine a visitarte.

Dorian.- OK, pero tú pica las cosas.

Atravesamos, la estupida plaza, que por cierto ya no era tan estupida mientras me tomaba del brazo.
El viento comenzó la sinfonía ente los árboles y su cabello, mientras las hojas bailaban alrededor nuestro quitando todo momento de intimidad, trate de besarla, se alejo un instante para después volver, un baile de ocasión, las notas agudas acercaban sus brazos, la graves su rostro, de pronto el apacible concierto, dio un estridente vuelco, mis latidos se hicieron mas notorios, me cubría de energía, cuando en un instante todo quedo en calma y comenzó a sonar el arpa, humedeciendo sus labios con los míos, lagrimas de ensueño recorrían nuestros cuerpos.

Nos alejamos gracias a las miradas indiscretas que se les hacen a las parejas bajo la lluvia, mientras corríamos torpemente hacia mi hogar nos deteníamos de tanto en tanto para probar nuestros labios, al llegar abrí la puerta con calma casi como si no me importara el que ella tiritara, al entrar sus frías manos tomaron mi rostro, y de nuevo acerco sus gélidos y temblorosos labios, respirando mi congelado aliento, su pelo se escurría entre mis manos, la ropa era pesada, lastimaba, así que nos deshicimos de ella entre empapadas caricias, después del frenesí entre la tormenta, su boca dejo salir estas palabras:

Ella.- No es que no sea de mi agrado, pero nunca hemos logrado comer en esta casa.

No hay comentarios.: