miércoles, octubre 28, 2009

Capitulo 14. Sala de espera.

Intente de todo para aminorar el dolor, ni siquiera todos los medicamentos en dosis ridículas calmaron el sufrimiento. Quería morir, pero no lo valía, simplemente no valía la pena.

Ese día, deje todas mis obligaciones aparte y tome el miércoles como un fin de semana, me levante temprano, hice mi desayuno, un poco mareado aun por la exagerada ingesta de medicamentos, salí a la calle, acompañado de un cigarro apoyado en una temblorosa mano.

Llegue al ciber, y como siempre Moore ahí estaba cuidando el negocio, le pedi mi maquina acostumbrada y solo me dedique a jugar hasta el anochecer.

Cuando dieron las nueve de la noche, acelere mi juego para tener todo en orden antes que cerraran, y al voltear hacia la puerta un extraña imagen se fue creando. Eran la mayoría de mis amigos y otros compañeros.

_Cabrón, pensábamos que estabas muerto – dijo Velfo-.

_Si buey, las viejas estaban pregunte y pregunte, que pedo – respondió Hidroso-.

_Pues no, aquí ando, digamos que me di unas pequeñas vacaciones.

Si hubiera muerto ese día, más que traer tristeza a las personas solo habría sido una noticia que les daría de que platicar durante algún tiempo.

_Buey, tu vieja estaba bien preocupada, te estaba buscando y pues me dio esto – aclaro el rocinante-.

Recibí la carta y sin más, todos nos marchamos por nuestro rumbo. La carta me pedía disculpas y la importancia que tenia para ella, estaba decorada con un clavel seco, pero sin embargo no recuerdo nada más, ya que sin pensarlo después de leerla la arroje para nunca volverla a encontrar.

Al día siguiente comencé a preguntarle a sus amigas lo que había pasado, ninguna sabia muy bien acerca de lo ocurrido, algunas simplemente decía que mi actitud era exagerada con el asunto y otras decían que inclusive había llegado sin brasier, estaba todo demasiado confuso.

La veía pasar de repente con la vergüenza y el miedo como compañeros, sus amigas la habían hecho a un lado cuando empezaron a encajar las piezas de los hechos. Justo cuando estábamos por salir, camine lleno de furia hacia ella, y como una madre histérica comencé a gritarle enfrente de todos, sus ojos no me podían mentir, ella sabia que había hecho algo imperdonable, pero no lo diría así de fácil.

Mantuvimos la conversación por horas, mientras las culpas se pasaban de un lado a otro, mientras me dabas las razones para perdonarte.

Me forcé a comenzar a olvidar el pasado, mis planes, mis fallos, tus engaños, quise darte la oportunidad, estreche tus manos, mientras confesabas pecados que casi me hacían vomitar y extirparme los oídos, suprimí todo aquello, me convencí de un nuevo comienzo, de una nueva vida, de otra ciudad, de otra oportunidad.

Pero como suele pasar, no soporte las imágenes que habías compartido conmigo para tu redención, no podía perdonarte, comencé a ser mas humano en cuanto la asimilación de nuestras vivencias y algunos felices días que habían pasado. Asesine todos nuestros recuerdos, toda nuestra historia fue siendo olvidada, al final me quede a tu lado, pero ya habías muerto en el proceso.

Nuestra nueva historia comenzó bien, se intensifico al día siguiente, pero no fue mas que 500 relaciones sexuales durante dos meses, sin pasar palabra, sin compartir nada, ya que el miedo nos vigilaba y solo la pasión nos drogaba, tenia que hacer algo, tenia que pasar algo, tenia que suplicar a los dioses del azar.

Y dándome una mano del destino, llegaron unas fechas en las que solíamos estar de viaje sin embargo estas se alargaron más de lo esperado.

Comencé a pensar en por que nos habíamos amado, y supe que tenia que recuperarlo.

Me prometí volver a buscarte, con un espíritu más tranquilo y hambriento de amor. Con ideas claras, una personalidad constante, con algo que te haría de nuevo feliz y me daría la sensación de haber yacido junto afrodita.

Nos despedimos de nuevo, solo espero que el destino me recompense, él así lo habría querido.

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